Catalina González Restrepo

En vez de la página

 

En vez de la página

 

 

 

 

 

Silencio en la mesa

 

Mientras masticamos la carne del abandono

alguien ha corrido una silla

para sentarse y beber con nosotros.

 

Vivimos en sonidos que no podemos decir,

improvisamos un concierto que jamás vendrá:

el piano suena muy alto y mis voces callan.

 

Morir es mejor que oír,

los músicos son niños con hambre.

 

 

 

 

El poeta de la bailarina anónima

 

Una bailarina ronda tus páginas,

mis pies ni siquiera aparecen.

 

Ella se ha ido,

pero se detiene en tu retina.

 

Podría ponerme zapatillas,

danzar,

y sólo la verías a ella.

 

Seguirás disfrutando banquetes en soledad

que quemarán los paladares,

ella será alimentada por tu memoria

mientras muero de hambre.

 

 

 

 

Viaje

 

Hemos sometido nuestros cuerpos

a los rigores del instante

y este mundo se ha agotado

para nosotros.

 

El frío nos ha llevado al hastío,

el verano amenaza con devorarnos.

 

Sería mejor cambiar todo el equipaje

pero la memoria es caprichosa,

en las aduanas hemos perdido

algo irremediable.

 

 

 

 

Alimento

 

Revisamos nuestros buzones

esperando siempre la última carta,

vivimos para recibir.

 

Somos como pájaros que guardan las alas

mientras sus corazones laten

en pechos calientes.

 

—Yo cargo tus palabras en la cartera

como una limosna extra—.

 

No podemos dormir,

soñamos con anillos en cada dedo,

que mides mi torso con tus manos

y descubres la piel

antes de que se marchen los invitados.

 

 

 

  

Promesa

 

La señora, vestida de negro, exhibe su viudez

mientras nosotros compartimos el postre.

 

Nos habla de esa llama

que se enciende y apaga,

nos mira a los ojos,

dice que se la jugó toda y no perdió,

la muerte nos hace vulnerables a la verdad.

 

Desordena su pasado

y se alegra de tu mano sobre la mía.

 

Quizás adivina que hace rato sueño con llegar a casa

y que lentamente dejas caer mi falda,

la misma de esa vez,

cuando cenamos con tus amigos

y aún no éramos nada.

 

 

 

 

Cristal

 

La imagen se repite

como una pesadilla infantil.

 

El cuerpo de la juventud

reflejado en habitaciones

donde los espejos cubren las paredes

y el miedo se confunde con la inocencia.

 

Aprendimos el juego del deseo

hasta la vergüenza,

hasta quedarnos sin cuerpo

ni espejo.

 

 

 

 

Vaivén

 

De tanto vestirnos

y desnudarnos

estamos envejeciendo

Nuestras imágenes en múltiples espejos

se van quebrando lentamente.

¿Qué traje elegimos hoy

el de la vida o el de la muerte?

 

 

 

 

Dioses Pequeños

 

Dormimos como hermanos,

reptiles a punto de despertar,

en una cama que no es de nadie.

 

Estamos enfermos,

amar es un vicio

que nos ha dejado ciegos.

 

Todo lo sentimos ajeno,

solo tenemos el miedo

y esta maleta que empacamos

y desempacamos al ritmo del deseo.

 

 

 

 

Hora

 

El día te fue dado

para interpretar

cada signo,

los anuncios del clima

y los de tu cuerpo:

para elegir cómo cubrirlo

y qué alimento darle,

cuándo embriagarlo;

a dónde lo conducirá

cada paso tuyo

y a dónde lo llevará la vida

para refugiarlo

(sin conocer

en qué instante se esfumará

o qué enfermedad lo acosará);

para saber

cuándo pones perfume

en tus manos,

en qué momento

saldar tus deudas

o darte en el amor.

 

La noche te fue dada,

engaño sublime,

para hacerte creer

que duermes y descansas.

 

 

 

 

En vez de la página

 

Yo,

acostumbrada a hurgar en las bibliotecas,

lastimada por el olor a moho,

alérgica al polvo,

prefiero hundirme en tus piernas cálidas,

ávida de beber esa humedad que calma la sed

sólo por un instante.

Yo,

decidida a abandonarme,

acepto tus arbustos,

en vez de la página fría y estéril

que al fin y al cabo viene de ti.

 

 

 

 

 

Catalina González Restrepo (Colombia, 1976) es Licenciada en Español y Literatura de la Universidad de Antioquia. Actualmente reside en Bogotá, donde se desempeña como editora. Ha publicado Afán de fuga (Editorial Universidad de Antioquia, 2002), Seis cancioncillas (de agua salada) y otros poemas (Colección Viernes de Poesía, Universidad Nacional de Colombia, 2005) y Deseos para los caminantes (con Juan Felipe Robledo, Golpe de Dados, marzo-abril de 2007). Sus poemas han aparecido en revistas y antologías nacionales y extranjeras y han sido traducidos al francés y portugués.

Written by Mario Meléndez

Deja una respuesta

Rubén Márquez Máximo

Réquiem para frutas suicidas