Marisa Martínez Pérsico

Peces de ojos tristes

 

Peces de ojos tristes

 

 

 

 

 

PECES DE OJOS TRISTES

 

«Nunca compres pescado de ojos tristes»

me decía mi madre, al volver del mercado.

«La mirada sin brillo te advierte que son viejos»

«Que se han muerto hace mucho».

 

Desde entonces,

en las pescaderías y los bares

cuando miro otros ojos

me detengo

en las córneas hundidas

y en los iris gastados.

 

«Que no te engañen vendiéndote ojos tristes»

repetía mi madre.

 

Confieso

que en más de una ocasión

–y aunque sabía–

yo elegí comprarlos.

 

 

 

 

LA HERENCIA

 

En el trabajo,

una cuchilla eléctrica

le cortó un dedo a mi padre.

Dicen que levantó su pulgar ensangrentado

y lo arrojó a la basura,

sin hablar.

 

En casa nos dijo que fue una herida limpia.

Indolora. Ni siquiera sangró.

 

Vivió en serenidad, sin dos falanges,

pero a veces las cosas

rodaban por sus manos

o quería agarrar una botella

y arañaba la luz.

 

Cuando le preguntaban

por qué no usaba más el brazo izquierdo

respondía

que era esa su forma de tocar:

intuir la curvatura de un objeto

con su dedo anterior.

Quizás, a mí también, una cuchilla

me privó de un pulgar.

Y eso explique

el apego a las caídas,

la obstinada

constancia de palpar

el vacío

de lo que fue real.

 

 

 

  

HISTORIA DE UNA PERLA

 

A Cecilia P.

 

La vida de una perla

se parece

a la de algunas presencias

que brillan por oscuras.

 

Su cabello de lágrimas marinas

va gestándose adentro de un molusco

si un desecho quebranta

su equilibrio de espumas.

 

Apreciadas por griegos y fenicios,

las ostras reaccionan al intruso

cubriéndolo de nácar.

Supuran por años su gangrena.

Se curan con terapias de calcio y de silencio.

 

Nacen hijas menudas, de leche y amarillas.

Cuanto más envejecen más hermosas.

Y aunque no lo recuerdan, proceden de un detrito.

 

Sucede con las perlas lo que a ciertas mujeres.

 

Su pasado

es razón de su daño

y su belleza.

 

 

 

 

 OVEJAS Y PALABRAS

 

A veces las palabras

son ovejas perdidas.

 

Otras veces,

animales de espuma

que escogen el aprisco

 

pero el poeta

 

ha de amarlas a todas:

las mansas y rebeldes,

las puras y lascivas,

las blancas, las obscenas,

cuidando la armonía del rebaño.

 

De niña,

cuando oí la parábola

del Evangelio de Lucas

me irritó la aventura

del cabrero.

 

¿Cómo pudo

abandonar su redil

por buscar una cordera

descarriada?

 

¿Cómo puede

el verdadero amor

ser negligente?

 

Lo aprendí con los años:

también para un poeta

las palabras perdidas

son las más necesarias.

 

 

 

 

EL CORAZÓN DE LO FRÁGIL 

 

¿Qué querrá decir garantía de por vida
para un cuerpo que solamente
lleva puesta la esperanza?
Margaret Randall

 

Nunca entendí el miedo

de los verdugos

frente a aquel

a quien van a «ajusticiar».

 

Por ejemplo, al anarquista de bigotes

en la foto del Archivo General de la Nación

con la mirada barnizada de fiebre

y los pies aherrojados con grilletes de hierro,

sin duda inofensivo

ante un escándalo de máuseres con botas.

 

¿Es el miedo al rebote de las balas?

¿A estar cerca del muerto?

¿O a la última esperanza de la víctima

que lleva al oficial

a atar la soga al pecho y que la tropa

se retire unos pasos

hasta que el cuerpo sea

una lámina de fuego?

 

He visto

constructores de palacios

espantarse de un trébol sigiloso.

Cacerías frustadas por un alce dormido.

Capitanes temblando en las bahías

donde se dobla el viento.

 

El poder desconoce el corazón de lo frágil,

la ilusión laboriosa

que anida en lo que siempre

se está a punto de romper.

 

 

 

-De Finlandia (RIL editores, 2020)

 

 

 

Marisa Martínez Pérsico (Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina, 1978). Poeta, traductora del idioma italiano, investigadora y profesora universitaria radicada en Italia en 2010. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Literatura Española e Hispanoamericana por la de Salamanca. Sus poemarios: Las voces de las hojas (1998, Ediciones Baobab, Buenos Aires, Primer Premio en el Certamen Río de la Plata II, con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina), Poética ambulante (2003, Edición del Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires – Certamen Arte Joven de la Provincia), Los pliegos obtusos (2004, Edición del Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires – Certamen Arte Joven de la Provincia), La única puerta era la tuya (2015, Verbum, Madrid, finalista del Premio Pilar Fernández Labrador, Salamanca), El cielo entre paréntesis (2017, Valparaíso España), Finlandia (2021 RIL Editores Chile / España), Principios y continuaciones (Pre-Textos, 2021). Con 17 años recibió el premio de ensayo literario otorgado por la UNESCO en conmemoración a la caída en batalla de José Martí, que implicó una estancia en Cuba. La revista argentina Plebella la incluyó en 2008 en la categoría de “Poeta revelación”. Su poesía ha sido traducida al inglés, ruso, portugués, francés, macedonio, armenio e italiano (en algunos casos, gracias al Programa de Ayudas a la Traducción otorgado por la Cancillería Argentina). Participó en festivales internacionales en India, Colombia, Rusia, Argentina, Macedonia, México, España. La editorial argentina El suri porfiado publicó su antología Después de la ceniza. Poemas 1998-2017 y su poesía apareció en diversas antologías de Europa y Latinoamérica. Obtuvo una writing residency en Villa Sarkia (Sysmä, Finlandia) en 2020 y otra en Cerdeira Village (Portugal) en 2021. Durante esta última estancia concluyó el libro Un cielo para los gatos.

 

Written by Mario Meléndez

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